viernes, 16 de julio de 2010

LUCAS DEMARE: Vivió, sintió y amo el cine



Era hijo de Otilia Riccio y Domingo Demare, este último violinista de profesión. Primero estudió piano y a los 15 años viajó con toda la familia a París donde su hermano mayor Lucio trabajaba como pianista. Se aburrió y en 1927 volvió a Buenos Aires donde estudió bandoneón seis meses con Pedro Maffia. En 1928 viajó a España y se incorporó como bandoneonista a la Orquesta Típica Argentina, en la que actuaba su hermano mayor Lucio como pianista y director. En 1933 trabajó como intérprete y cantor junto a Agustín Irusta, Roberto Fugazot y Lucio Demare en las películas españolas Boliche y Aves sin rumbo.
Entusiasmado con el cine, Demare renunció a la orquesta, donde ganaba mil dólares mensuales, y comenzó a trabajar en los estudios como peón sin sueldo. Fue aprendiendo el oficio y ascendió rápidamente: pizarrero, tercer ayudante, asistente de dirección, y un día lo contrataron para que debutara como director, pero la guerra civil lo impidió y debió salir de España.
Emilio Zolezzi, que además de crítico de cine fue el abogado de Artistas Argentinos Asociados desde sus comienzos cuenta sobre el director:
"La guerra civil -y sus prolegómenos- pusieron término a aquella labor de Demare en el cine español. Pero en él aprendió su oficio. Demare se jacta de haber desempeñado todos los menesteres del cine, iniciados en los estudios de Orphea Films, de Barcelona. Desde barrer el estudio y manejar la pizarra, como progreso, hasta la dirección, toda la escala fue recorrida paso a paso … Es un autodidacta. Lo que le implicó iniciar su camino en el cine teniendo frente a sí un muro: lo ignorado. Y lo fue venciendo en largas y duras etapas. Lecturas y aprendizajes técnicos "robados" en el set, sin más guía que su afán."
Viajó a Italia con los hermanos Marbel, un dúo que hacía un número de memoria retentiva, y con una chica que cantaba, a quien él acompañaba. Luego fue a Lisboa donde integró la orquesta de Carlos Vicente Geroni Flores. Retornó a Argentina y su hermano Lucio le consiguió un empleo como encargado de piso en los estudios cinematográficos Río de la Plata, quienes en 1937 lo contrataron como director y guionista para las películas Dos amigos y un amor y en Veinticuatro horas de libertad, ambas interpretadas por el actor cómico Pepe Iglesias. En 1939 pasó a Pampa Films, una empresa con mayores presupuestos, para dirigir El hijo del barrio (1940), Corazón de turco (1940) y Chingolo (1941), todas ellas con su propio guión. En esta última película, que tuvo buena recepción de crítica y de público, se consolidó el excepcional equipo técnico que lo acompañaría en la etapa posterior. La siguiente película fue El cura gaucho, en la que inició su relación con Enrique Muiño, pero pese a su rotundo éxito comercial fue despedido por Pampa Films.


Etapa de Artistas Argentinos Asociados

A comienzos de los años 40 se reunía habitualmente con un grupo de artistas que en ese momento estaba desocupado: Enrique Muiño, Isaías Alippi, Francisco Petrone y Ángel Magaña en el café El Ateneo ubicado en Carlos Pellegrini y Cangallo (hoy Teniente General Juan D. Perón) de la ciudad de Buenos Aires. Este grupo juntamente con Enrique Faustín (h) que también concurría a las reuniones decidió configurar una productora que trabajara en cooperativa al estilo de los Artistas Asociados de los Estados Unidos y así nació el 26 de septiembre de 1941 Artistas Argentinos Asociados Sociedad Cinematográfica de Responsabilidad Limitada.7 La primera película de la nueva empresa fue El viejo Hucha, dirigida por Lucas Demare, en la cual se estrenó, cantado por Osvaldo Miranda, el difundido tango Malena, de Homero Manziy Lucio Demare.

La guerra gaucha

A continuación dirigió La guerra gaucha, con libreto de Ulyses Petit de Murat y Homero Manzi sobre el libro del mismo nombre (1905) de Leopoldo Lugones. Se estrenó el 20 de noviembre de 1942. Se la ha considerado "la película de más éxito del cine argentino, y también una de las mejores".

La película, de tono épico, transcurre en 1817 en la provincia de Salta (noroeste de Argentina). Su contexto histórico está dado por las acciones de guerrilla de los gauchos partidarios de la independencia, bajo el mando del general Martín Güemes, contra el ejército regular realista que respondía a la monarquía española.
Para la filmación de exteriores se construyó una aldea en la misma zona donde se desarrollaron los acontecimientos que inspiraron la película. Para las escenas de conjunto se contó con el concurso de unos mil participantes, número que no tenido precedente en el cine argentino.
Lucas Demare tiene en la película varias pequeñas apariciones. En una de las escenas había que filmar el incendio del pueblo (de acuerdo con el argumento, las fuerzas realistas entraban y lo incendiaban pues se habían dado cuenta de que el traidor era el sacristán). La filmación debía hacerse en una sola toma ya que, por supuesto, el poblado se podía incendiar una sola vez, por lo que dispuso que tanto los camarógrafos como él mismo y el resto del equipo se vistieran de gauchos o de realistas, para que si entraba en el foco de alguna cámara pareciera que formaba parte de la acción. En el medio del incendio, un golpe de viento llevó el fuego hacia Demare dejándole la barba y melena postiza totalmente chamuscadas. En otro momento Demare actuó como un soldado español que, atacado por los gauchos, recibe un lanzazo en el pecho. Magaña cuenta:
la lanza se la tiraba yo desde arriba de la cámara; le daba de pleno en el pecho. Le hice un moretón grande, que después hubo que ponerle un apósito. Tenía un hematoma tremendo de tantos golpes , y él ordenaba: "¡Otra vez! ¡Otra vez!. Yo pensaba que lo iba a matar..."
La guerra gaucha fue muy bien acogida por la crítica, recibió numerosos premios y significó un éxito económico. Bajó de cartel recién a las diecinueve semanas de exhibición durante las cuales la vieron 170.000 espectadores, y para entonces llevaba cuatro semanas consecutivas de exhibición en Montevideo. Cuidando muchísimo el gasto la producción de la película había costado $ 269.000.- que se amortizó totalmente en las diecinueve semanas de exhibición en las salas de estreno.

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